Actualizada el Domingo, 22 Diciembre, 2013 21:44
   
POSTAL    DE   NAVIDAD



En la certeza que se nos impone por las buenas o por las malas de que ¡nada es para siempre…nada dura eternamente!, aprovechamos el final del ciclo anual para resumir y ver cuánto dieron de si las 24 horas de los 365 días del año.

Unas veces nos sentimos alegres o tristes por lo vivido, otras nostálgicos por lo no vivido. Intentamos con esta lectura aprender del pasado e intentamos rediseñar nuestro futuro.

 

Una veces, hartos de tanto hartazgo, nos sale más el ánimo como a León Felipe en su poesía “¡Qué pena!”:

¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!
¡Qué pena si esta vida tuviera
- esta vida nuestra - 
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta? 
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes
¡y los mismos, los mismos poetas!
¡Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!


Otras veces, por el contrario, nos animamos, nos ilusionamos y vemos como la vida, aunque sea con sencillez,  nos va dando satisfacciones, unas más buscadas y otras más encontradas.

Es la seguridad de que el sol va a seguir saliendo aunque haya momentos en los que nos amenace la soledad o nos atenace un frío paralizante, y parezcamos moscas inquietas y perplejas que una y otra vez chocan contra el mismo cristal, bien porque no comprendemos cómo hemos llegado a donde no queríamos ir, o bien porque perdimos algo o alguien que creíamos permanente y su pérdida nos haga sentir como se resquebraja y se volatiliza nuestro mundo anterior. En Horizontes de Grandeza, el Mayor Merril se ufanaba mostrándole su rancho de praderas extensas al marino Gregory Peck, su futuro yerno: “¿ha visto usted algo más grande?”, “Sí”, le respondía lacónicamente, “Dos océanos”.

Estoy convencido, ¡tal vez!, de que la luz de este “nuevo amanecer”, de este nuevo año, aunque nos alumbre una vez más un destino todavía confuso y desorientado, ¡a lo mejor!... ¡tal vez!, esta “nueva luz” nos haga ver y entender, ¡bendita realidad!, que no somos las “Prima Donna”, probablemente nunca lo fuimos; y que en el teatro de la vida el Universo no gira sobre nuestro ombligo, todo lo más somos personajes secundarios que con buen oficio desempeñan su papel con dignidad, humildad y honorabilidad, ¡que no es poco!

Se me olvidaba, si quieres salir guapo en la foto: ¡Sonríe, por favor!

Feliz Navidad. Feliz 2014

Conchi y Federico.

 

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