Actualizada el Domingo, 13 Julio, 2014 17:23
   
jubilados

YA ESTAMOS TODOS JUBILADOS …..

El otro día estuve presenciando un partido de fútbol que se jugaba en Porto-Alegre, al sur de Brasil, y no tuve más remedio que acordarme del compañero Alberto Peciña Terreros, de Logroño, que estuvo en la Universidad desde 1958  hasta el 1964, en que terminó su carrera. El ha trabajado en una empresa del Estado de Catarina, y vive en Floriópolis. Ser emigrante supone una entereza y cualidades muy especiales, y máxime cuando se trata de una distancia tan lejos.

Precisamente al terminar el partido de fútbol, me comuniqué con él y le pregunté ¿Estas ya jubilado?, y rápidamente me contestó que si, que se había jubilado en el 2009. Y es que prácticamente todos aquellos compañeros que asistimos en los años de inauguración de la Universidad Laboral de Córdoba, ya estamos jubilados y el que no por desgracia, se ha quedado atrás..

LA PALABRA  JUBILADO
 
Esa palabra de jubilación jamás la escuchamos en nuestro tiempo de Universidad en Córdoba, pues ese problema, no afectaba ni a frailes, ni a profesores, ni a empleados y menos aún a los alumnos. Todos éramos jóvenes y en cualquiera de aquellas concentraciones que pudiera haber un sábado al mediodía o lunes por la mañana, con toda seguridad, NADIE, de los que estaban en el patio, podían tener más de 43 años. Solamente el día de la inauguración estuvo el Obispo de Córdoba, Fray Albino Menéndez Reigada, que tenía 75 años, dos años después se moriría.

Los frailes estaban entre los 26 y los 38 años del padre Alberto Riera, que era posiblemente el fraile de más edad, junto con fray Miguel Fraile, el primer rector..

Entre los profesores, estaban también en la misma horquilla de edades, Pedro Pérez, profesor de torno, tenía 21 años, y su padre y Obdulio de ajuste, eran de los mayores en talleres, y estaban en torno a los 45 años..

En cuanto a los profesores de asignatura, Francisco Zueras, era el mayor con 39 años, García Pantaleón, estaba entre los más jóvenes con 26 años.

En el personal empleado, de mantenimiento, jardines, oficinas, cocinas y servicios, posiblemente los mayores fueran el responsable del agua potable Felíx Merino, que tenía 47, y el maestro zapatero Prados y Arjona el Barbero, que rondaban los 44 años. Entre las mujeres Casilda y Rafaela Barba, estaban en torno a los 31 años.

En cuanto a los alumnos, por aquellas fechas teníamos un grupo formado por Teodoro, Valcarcer, Carmona, Quiros, Huertas, entre otros, que rondaban los 17 años y eran de los mayores.

Por todo esto la palabra “Jubilación” nadie la presentía ni tan siquiera la imaginaba. A partir del año 1961, empezamos a salir compañeros para el mundo del trabajo.

Pero en aquellos años 1956, 57 y 58, no pensábamos nada más que superarnos así mismo e intentar sacar las mejores notas, pues la beca estaba en juego. Fueron años de estudio y dedicación, que para muchos de nosotros planteaba situaciones nuevas y desconocidas. Con sencillez, teníamos que reconocer que había compañeros muy brillantes, como era el caso, de los Gutiérrez, Castillo, Ibañez, Pantoja, Ramos, Pino, Pons, Yague, Carmona, Cobos, Serra, Mural, entre otros, pero no por eso había desánimo. Evidentemente los externos, por razones obvias, teníamos por regla general menos nivel, pero se luchaba con la ayuda de todos. Entre el curso de 1956 y el de 1957, nos encontramos en el Colegio del Gran Capitán, unos 98 alumnos externos, pero la verdad es que los distintos cursos y exámenes hicieron mella y a la Maestría en el año 1962, llegarían solamente 14 alumnos externos.

Eran muchos compañeros los que habían quedado atrás, sobre todo del Aula XXIII y XXIV, que aparentemente eran quizás los más atrasados, sobre todo los del Aula XXIII, pues más que seguir la dinámica normal del curso, estaban aprendiendo a obtener la enseñanza general básica. Este era un colectivo formado en su mayoría por alumnos que eran familiares de los empleados de la Universidad, que en razón a ese parentesco tuvieron derecho a la beca. Pero las notas del primer curso, demostraron que estaban lejos del ritmo que se requería En este Aula, una asignatura fundamental era el dictado y aprender quebrados. La mayoría de estos alumnos, se le dio una formación acelerada de taller, para que accedieran al mundo del trabajo, casi ninguno llegó al 1959. Como recuerdo significativo, traigo aquí al hijo de Bellido, aquel hombre del puesto de arropías, que se situaba cerca de los Talleres Pre-vocacionales, que se marchó del Colegio Gran Capitán, sin aprobar apenas alguna asignatura.

El Aula XXIV, era algo distinta, allí había un nivel inicial algo más alto, pero que en el primer año, para muchos, el ritmo de estudio y la aplicación, les pilló un poco descuidados, de allí se recuperaron a muchos compañeros que se integraron en el ritmo normal de estudios que había en las restantes Aulas. No obstante, también buena parte de estos compañeros, se marcharon con un curso intensivo y acelerado de prácticas de taller, todo esto ocurrió igualmente antes del 1959.

TODO HA CAMBIADO

Ya el camino de Córdoba a la Universidad, ha cambiado totalmente, por esa parte Córdoba ha crecido un tanto desordenadamente y los pisos llegan hasta el mismo Arroyo de Pedroches. Y la carretera no digamos lo transformada que está, a pesar de que la Autovía A6, le ha quitado circulación, todavía pasan muchos vehículos en dirección al Polígono de Las Quemadas, e incluso para Alcolea.

Enfrente de la Universidad, y al otro lado de la carretera, lo que era la otra parte de la finca las Quemadas, se halla ubicado uno de los principales polígonos industriales de Córdoba. Hablar de industrias, quizás sea mucho decir, la mayoría de las naves están ocupadas, por servicios, reparaciones, muebles y supermercados, se puede decir de que apenas sin funcionará un par de tornos o máquinas con corte de viruta.

Todavía lo que está sin urbanizar es la Cerca de Lagartijo, aquella finca que cuando iba el autobús para Córdoba, quedaba a la derecha. Cuentan en las anécdotas de Rafael Molina Lagartijo, el primer Califa del Toreo, de que por tal de darle trabajo a los parados que había en Córdoba, cuando terminaban de construir la “cerca”, les mandaba que la echaran abajo y a construirla de nuevo. Aunque semi-abandonada, sigue tal cual, aunque el cortijo está ocupado por el último que llega.

LOS QUE FALTAN

Desgraciadamente adjuntamos una relación de compañeros del Colegio Gran Capitán, que nos abandonaron ya y la mayoría no se pudieron jubilar. Es como si llegásemos al BAR COLON, esa parada tan recordada y entrañable y pasaran lista a la hora de montarnos, esos compañeros, ya no se montarían por desgracia. Esa parada era el punto de arranque de cualquier autobús y allí se montaban, profesores, empleados, señoras de la limpieza y alumnos. Llamaba la atención cuando llegaba el autobús los domingos por la tarde, y la mayoría de los alumnos internos, emprendían una carrera frenética por la Calle Osario, para llegar a las Tendillas, en donde estaban las Cabinas de la Telefónica,  se trataba de hablar con la familia y como no con las novias. Había otros compañeros, como el compañero Bermejo Polo, gran enamorado de la música de la batería que no perdía el tiempo en cruzar el Viaducto del Brillante, para llegar al Cine España, en la Huerta de la Reina, en donde se celebraban bailes orquestados, y a él en muchas ocasiones el director de orquesta le dejaba  tocar la batería, además de correr maravillosamente bien los 400 metros lisos.. 

Ya el BAR COLON, ha desaparecido, pero si allí hubiera que pasar cualquier lista de viajeros, podríamos observar que faltan muchos Frailes, Profesores, Empleados, y Mujeres de la limpieza y de las cocinas. Un total de 375 personas fallecidas, al menos las que figuran en la relación de la Web, que pudieran ser más. Yo, quizás porque los recuerdo mejor, relaciono solamente a los compañeros de nuestro Colegio Gran Capitán, que coincidieron con nosotros  y que ya no están.

Alberto Tabares
Salvador Artigas
Plácido Baz
Ramón Bermejo
Federico Bernaldo
Carlos Camacho
Pedro De la Cámara
Rafael Cantarero
Francisco Castillo
Antonio Elias
Jerónimo Fernández
Antonio Gaitán
Alejandro Jiménez
Juan González
Jose Mº Iserte
Esteban Ledesma
Rafael Luque
Andrés Más
José Muñoz
Navarro Llorente
Sabino Olano
Benito Ordoñez
Diego Mª Parejo
Rafael Pedraza
José Pérez Gant
Bernardo San Emeterio
Emilio Sánchez
Manuel Santiago
Cristóbal Sierra
Juan J. Torres
José Unquiles
Eulalio Vázquez
Juan Villen

Y otros muchos compañeros más, de los que no tendremos noticias o referencias, desgraciadamente, ya no pueden ni leer, ni comentar este pequeño articulo, pero no cabe duda que fueron compañeros que tuvieron la oportunidad de vivir con todos nosotros aquellas vivencias que nos encontramos al llegar a nuestro querido Colegio Gran Capitán.

LA PARADA DE CAÑERO

Lo que no ha cambiado es la Casa de Cañero, a donde paraba el autobús, era la Famosa PARADA DE CAÑERO. La casa sigue tal cual después de haber pasado por muchos propietarios. Por aquellos tiempos, el vecino de aquella casa era Iglesias, jugador de fútbol, que destacó en el equipo del San Álvaro, equipo, muy ligado a los dominicos (El obispo blanco Fray Albino, fue su fundador), y que le cedió los derechos en el 1954 al Córdoba, para que pudiera empezar en tercera división.

 El último propietario de esta casa, fue Rafael Gómez Sánchez, el famoso platero “Sandokan” de Córdoba, en donde puso inicialmente las oficinas de su Empresa Arenal 2000, dedicada a la gran construcción, que se hizo famosa en la Costa del Sol y por el “Caso Malaya”. Este hombre en sus años de apogeo económico asumió la presidencia del Córdoba, y se dejó mucho tiempo y dinero en intentar ponerlo en primera división.

También sigue en pie el edificio del BAR PLAYA, (aunque ahora con otro nombre), que daba nombre a aquella famosa parada, adonde casi siempre llegaban tarde los de “Las Margaritas”, como José Camacho, Aurelio Sepúlveda, Manuel Pineda, Luque Aranda, Bravo Antibón, Arjona Vázquez, Mariano del Águila, etc. etc.

De la Parada del PUENTE ROMANO, sólo queda (que no es poco), el Puente Romano, porque el entorno incluida la Puerta está totalmente cambiado y no se parece en nada a aquello que muchas veces vimos. José Vázquez Martín, fresador y que popularmente el padre Bartolo le puso “Matías prast”, sigue siendo fiel a su barrio y vive aún en el Campo de la Verdad.

En la PARADA DE LAS LONJAS, queda el pequeño jardín y la fuente, pero de las Lonjas, no queda nada. Francisco Cano Cabrera, asiduo a esta parada orientó su camino por la vida militar. Manuel Martínez Bermúdez, que perteneció al curso de Fito-Patólogos, se jubiló de ABB, de montador de transformadores.

LA PARADA DE CAÑERO, era la parada en donde muchos compañeros cogíamos todos los días el autobús. En esa parada, recuerdo que nos montábamos unos 20 compañeros, la mitad del Colegio Luis de Góngora y el resto del Gran Capitán. El jefe de coche, era Torres Cabrera, el pequeño, aplicado, y gran extremo cuando jugaba al fútbol. Allí se subían entre otros, Quirós, Huertas, Serrano; Pedraza, Cámara, Contreras, Estévez, Natera, Morales, Navarro, Llorente, Ojeda, Fernández, González, Sánchez, Calvo, Honorato, Trocoli, Cruz, Gaitán, Marques, Sierra, etc. etc. El autobús se cogía a las ocho menos cuarto y enfilaba la carretera de Madrid, y antes de llegar a la Choza del Cojo, nos cruzábamos con un puente cuyas vallas de protección era de tubo de 3 pulgadas, pintado a franjas rojas y blancas. Era el paso del Arroyo de Pedroches. Después de pasar este puente, a la izquierda se pasaba la Choza El Cojo, un lugar que desapareció definitivamente en el 2006. En esta Choza el Cojo, sin duda tuvo que haber archivadas “historias” y pequeñas aventuras de aquellos profesores jóvenes que cuando estaban solteros, hacían sus escapadas para “tirar una canita al aire”. Hubo un grupo, al que se le llamaba familiarmente “El Grupo de Peñarroya”, que recién llegados a Córdoba, muchos fines de semana y de camino que volvía para la Universidad, les gustaba hacer una parada, en este pequeño antro de diversión y bebida.

Luego se pasaba por la Gasolinera de San Carlos, que estaba solamente ubicada a la izquierda, junto a un restaurante del mismo nombre. Ese fue de los primeros lugares de Córdoba, en donde servían pollos con arroz. Hoy y desde hace bastantes años, la Gasolinera, está a ambos lados de la carretera.

Más allá nos encontrábamos la Cerca de Lagartijo, esa finca que fue del Califa cordobés del toreo, y que todavía está el cerramiento de la finca. En sus tiempos y a principios de siglo XX, hubo otra crisis de paro en Córdoba, y el popular diestro decidió dar dinero pero en forma de trabajo. Pidió que le levantara la Cerca, y una vez que la terminaron, pidió presupuesto para que la echaran abajo y volvió a emplear a gente para que la levantara. En todo momento exigió rigor en la Calidad de terminación.

Luego llegamos al cruce del Arroyo de Rabanales, adonde observábamos otro puente de idéntica fractura al que había en la Choza del Cojo, y que era el paso de arroyo de Rabanales por debajo de la carretera. En un llano que se formaba entorno a este paso del arroyo. Un día en el curso de la mañana y en un viaje rutinario, a Felipe, aquél chofer de las hijas tan guapas, se le salió el coche de la carretera y se paró suavemente en este rellano. Afortunadamente no pasó nada, pues Felipe, tenía buenos nervios para este caso de problemas.

Luego se subía la llamada Cuesta de Rabanales, coronada por la Casilla de Peones Camineros, dejando a la derecha la “fuente del Rabanales” que desapareció cuando se instaló la fábrica de “Cervezas el Águila”. En el letrero de la casilla de peones camineros, se indicaba la distancia a Córdoba y la relación con Alcolea. Más arriba y a la izquierda y ya en la parte llana de la carretera estaba la Casa en donde vivía el Jefe de los jardineros y padre de los “Gómez Carrasco” alumnos brillantes del Gran Capitán y Juan de Mena. Esta casa después de estar tapada con una lona, para evitar que se pudiera ver su abandono, en una de las visitas oficiales que hicieron las autoridades a Córdoba. Fue derribada totalmente a principios de siglo XXI.

EN EL COLEGIO

Y ya llegamos coronando la cuesta de la Universidad y girando hacía la izquierda bajábamos a la puerta del Colegio. Los días lunes, miércoles y viernes, nos tocaba educación física, y bajábamos al vestuario en donde teníamos nuestros “macutos” con la ropa de deporte.

A las 9 de la mañana, teníamos la primera clase, que aquel año de 1957, y en el Aula XXVIII, era talleres Pre-vocacionales, y allí nos tirábamos toda la mañana. Aquel año, pasamos por electricidad, carpintería y ajuste. Aunque también había artes gráficas, en realidad solamente se pasaba por dos especialidades. En electricidad tuvimos al Sr. Peña, el Sr. Rivera, luego en Ajuste, tuvimos a Pedro Pérez, Obdulio y el Sr. Cano. El fraile que estaba al cargo del Taller Pre-vocacional, era el Padre Leonardo Pérez, que posteriormente se secularizó y falleció prematuramente.

En aquel aula XXVIII, ya destacaban compañeros como Pons Catalá, Eulalio Vázquez, Mural Vila, Ortega Carmona, Ruperto Álvarez, entre otros. El Jefe de Aula, era el valenciano Jose Mª. Iserte, gran amigo de Piñón Barberá. Los demás éramos compañeros normales.

Era un Aula, en donde la convivencia era total. Jaime Pons Catalá, sin dejar de ser un catalán auténtico, era el primer español que se preciara. Era forofo del Español, y con frecuencia nos decía que la “pierna izquierda de Camps Bau, valía más que todo el Barcelona junto”. Estaba preparado en todo y sacaba ventaja.

El Padre Justo Formentín, que nos daba Lengua, hasta que modificaron el plan de estudios y esta asignatura desapareció. Este fraile terminó perteneciendo al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se fue muy confundido porque se suprimiera su asignatura..

La Historia, nos la daba el Padre Pedráz, que además de enseñarnos todos los reyes que jalonaban la Historia de España, nos explicó con detalle los motivos de la guerra de Sidi Ifni, de la que al parecer estaba perfectamente informado. También se sintió contrariado cuando se suprimió su asignatura. Por aquellos tiempos ya usaba unas gafas modernas. Un día nos dio una clase monográfica sobre el Al-Andalus, y nos demostró que estaba muy documentado.

Las Matemáticas, asignatura difícil, la daba un fraile muy extrovertido y pulcro en el vestir. Se trataba del padre Bartolomé Vicens.  Si sabía o no matemáticas, no estábamos preparados para decirlo, pero llegó a dominar perfectamente la clase. Se veía que venía de una familia acomodada en el sector del calzado y la hostelería.  Había un compañero, que era de Bejar y que se debe de haber jubilado en Palma de Mallorca, que se llamaba Ruperto Álvarez Prieto,  al que el padre Bartolo, le tenía una especial simpatía, y que se la expresaba continuamente llamándole “Ruper” “Ruper” “Ruper” ante cualquier nueva pregunta. Había otro compañero, que tenía trazas de ser un buen matemático, al menos en aquellos pasos iniciales, que era José Vázquez Martín, pero que al tener alguna dificultad con el “micro en la mano”, (como decía el padre Bartolo), casi nunca lo dejaban terminar. Luego estaban los que sabían y sabían como Mural Vila y Eulalio Vázquez, que ese siempre llevaba las materias por adelantado. No fue malo el padre Bartolo como profesor, pero estoy convencido de que esa no era su auténtica cualidad. Él era más versatíl, más participativo y el estrado de aquel Aula se le quedaba pequeño. Por el Colegio Gran Capitán, apareció nada más que aquel año.(1957).

El aquellos dos primeros años (1956-57), el estudio después de la merienda, se hacía en las aulas, (cosa que cambió con la llegada del padre Armando Roses,) y éste propuso que los internos hicieran el “estudio de la tarde” separados de los internos. Unos lo hacían en el gran aula del Colegio, al lado de dirección y los externos, en el primer aula que había al comienzo del pasillo (antiguo aula XXXI). Esta separación hubo muchos compañeros que no la vieron positiva.

También en aquellos primeros dos años, nos amenizaban el estudio con música de fondo. Muchas veces nos ponían música de Tchaikosvsky en una recreación de la película la “Bella durmiente”, estábamos en las horas de estudio de 19 a 21, en nuestras aulas, con paseos interminables por aquellos pasillos del Padre Polvorosa, que debía de leerse dos breviarios. Una tarde noche se presentó en nuestro aula, el padre Felipe Larrañeta, con el profesor de música sr. García, intentando captar voces para un posible coro. En vez de hacernos cantar la escala DO RE MI FA SO LA, nos preguntaban: que se musicalizara el “Cara al sol”, marcando la escala. Hubo compañeros que como todo lo hicieron bien, posiblemente fuera Pons Catalá el que a mi juicio lo hiciera mejor. A mi el profesor, me dio una moneda y me pidió que por favor no cantara..

NOMBRES PROPIOS

En primer lugar hemos de citar a Manuel Moreno González, aquel compañero de los primeros años del Gran Capitán, era de San Agustín, barrio típico de Córdoba y estuvo nada más que el primer año. El se despidió del padre Vázquez, diciéndole que no volvía más pues habían cambiado sus planes, entonces el padre Vázquez, en presencia del padre Conchado le dijo: “Que tengas suerte en la vida por la decisión que habéis tomado en tu casa”. Desde entonces él quedó agradecido y buscó esa suerte que aquellos frailes le desearon, y fue justo cuando llegó la hora de su jubilación, (en el 2007), cuando le tocó una primitiva de 3 millones de euros. De aquella noticia tuve conocimiento a través de su gran amigo Rafael Ojeda, que solía tomar muchas mañanas café con él.

Por cierto Rafael Ojeda, fue un compañero, que terminó maestría en la especialidad de torno, y era un gran profesional, participando en aquellos concursos de torno, que alentaba desde Córdoba, el Sr. de la Torre, del Frente de Juventudes, viajó por ello a muchos sitios de España, y coincidió con compañeros de otras Universidades Laborales, uno de los que mejor se le quedó grabado fue el popular Juan Manuel Serrat, alumno de la Universidad de Tarragona, indicando que en aquellos años, participaba en todos los actos con el mismo ardor que cualquiera de nosotros.

LA PRIMERA ASOCIACIÓN

Rafael Ojeda, Antonio Arjona y Francisco Morales, entre otros y en representación de Córdoba, fueron invitados al poco de abandonar la Universidad (1963), para un intento de fundar ya por aquellos tiempos, UNA ASOCIACIÓN DE EXALUMNOS, con el apoyo del sistema de gobierno imperante en aquellos tiempos. Las reuniones tuvieron lugar en Madrid, en la Residencia del Trabajo que había en la Calle Azcona, (Que por cierto fue fundada por el primer rector que tuvimos, Fray Miguel Fraile), y allí coincidieron antiguos alumnos de todas las Universidades y partes de España. Fueron atendidos en distintos actos por importantes autoridades del régimen, e hicieron distintas visitas institucionales. Como ya he relatado, Rafael Ojeda, me recordaba que uno de los antiguos alumnos que participó en los actos, tan entusiasmado como los demás, fue el famoso cantante Juan Manuel Serrat, que como alumno de la Universidad de Tarragona, acudió a aquellos  actos.  .

Me contaba Rafael Ojeda, que al terminar sus estudios de Maestría, en el año 1962, se marchó a Sevilla y se colocó en Talleres Rotini, más tarde se marchó a la misma empresa pero a Madrid y  parecer que allí se echó novia y allí decidió casarse. Su madre para cuando llegó la fecha de la boda, le envió lógicamente todas sus pertenencias de ajuar, y no dejó atrás “EL ALBORNOZ”, que le dieron cuando entró en la Universidad, pues la madre LO TENÍA GUARDADO, ya que siempre lo consideró como una prenda muy especial para el ajuar de su hijo. Después de jubilado, Rafael Ojeda, se volvió a Córdoba y vive en su casa de la Calle el Peral junto a su hermano.

También tengo que mencionar aquí a Antonio Pascual, (que estaba en motores), el compañero que le gustaban los juegos de magia y las cosas raras. Aficionado a los artilugios y la mecánica en el plano profesional, trabajó en Aerliper, y probó varias veces el hacer funcionar un motor por agua, lógicamente no lo consiguió. Luego se centró en la fabricación de un tipo de helicóptero monoplaza, en combinación con un ingeniero italiano, este proyecto ya fracasó en Westinghouse. Este hombre de una tremenda vitalidad, tenía convertida su parcela en donde vivía en un auténcico “cabo cañaveral”.Pero si esto era en el plano material, en su vida espiritual logró el nombramiento como obispo mormón, cargo que ha sabido llevar con mucha dignidad.

Finalmente quiero reseñar aquí como nombre propio a Ezequiel Tena Ferrer, aquel compañero, que empezando de cero en los estudios, y que a fuerza de trabajo y entrega, llegó a destacar en su promoción de Peritos. Llegó en el 1957, y al  principio llamaba la atención por su “rareza” de estar siempre estudiando. Un día Ángel Madrid Pintor, en un examen, le pidió colaboración y empezó a hacer cosas “raras” con la cabeza y a protestar guturalmente. Lo que pareció ser un compañero “raro”, luego se comprobó cual era su ética y su moral como estudiante. El decía que el Estado le había proporcionado una beca y el no podía defraudarlo.

Poco a poco, se fue comprendiendo y fuimos conociendo que jamás o muy rara vez “bajó” a Córdoba, en plan de recreo o diversión. Para él su principal obligación era estudiar y estudiar. Al principio, en las asignaturas de “memorieta” se defendía muy bien, pero en las de habilidad manual, le costaba trabajo. En taller y cuando pasó por ajuste, limaba como un condenado hasta que consiguió “limar plano”, y hay quien dice que hasta las limas se le “quejaban”.

A pesar de todo su esfuerzo, el primer curso de dibujo se lo suspendieron, pues el tiralíneas, la bigotera y la rotulación no eran sus fuertes. Al volver de vacaciones, se presentó al examen de septiembre y tampoco debió hacerlo bien, pues su caso se llevó al despacho de dirección, en donde el padre Vázquez, poco menos le dijo al profesor de dibujo:  “Este alumno, ha estado durante la vacaciones haciendo láminas por espacio de 5 horas diarias, y eso justifica las cerca de 200 láminas que ha traído hechas, además nos cuentan los compañeros que viven cerca de su pueblo, que todos los días a las cinco de la mañana, se levantaba para ordeñar y preparar los animales del campo, en ayuda de sus padres que ya eran mayores”. ¿Cree Ud. que no se merece un aprobado?.. Al final el profesor no tuvo más remedio que aprobarlo.

Día a día, y con esfuerzo infinito, progresaba en todo, y fue adquiriendo también habilidad en las asignaturas manuales. Terminó la Oficialía y por notas, pasó a estudiar peritaje al Colegio San Alberto Magno y allí llegó a ser uno de los más avanzados de su promoción. Me contó el Padre Espinel, gran amigo de él, que en peritaje había un libro con multitud de problemas de Química, y él se los aprendió todos.

Se casó y tuvo por lo menos 10 hijos, y tuvo tiempo de todo. En el plano profesional es un reputado experto en centrales nucleares, en donde ha trabajado hasta su jubilación y vive en un pueblo de Valencia..

LA PUERTA ESCALONADA

Me  refiero a la puerta escalonada del Colegio Gran Capitán, si bien este Colegio, pudiera tener un rango académico más inferior que el Colegio Luis de Góngora, no cabe duda de que las vistas de su fachada, eran más vivas y agradables. En primer lugar se podía ver la vía del ferrocarril, por donde circulaban toda clase de trenes que se dirigían hasta Madrid,  El tren “Tas” con su blancura metalizada era el tren estrella de aquella época. Al principio la vía no estaba protegida, y había algunos alumnos traviesos que solíamos bajar a colocar “la moneda” para ver como quedaba después de pasar el tren. Muchas veces eran los compañeros mayores los que te aconsejaban que no debías de hacer eso. También la carretera era perfectamente visionada desde la puerta y ventanas del Colegio.

Aunque el fotógrafo de la Universidad era el sin par Melero, muchas veces llegaba por allí un retratista, que se desplazaba en su bicicleta de carrera, a pesar de tener un defecto en la pierna. Se llamaba Vacas de apellido y era un gran aficionado al ciclismo, pero llegó a tener fotos de casi todos nosotros.

En las tardes otoñales, se presenciaban por las tardes unos maravillosos atardeceres, y el cielo nos mostraba cada día un horizonte de claros oscuros, llenos de belleza y esperanza, para toda la gente joven que lo contemplaba. Una tarde empezó la conversación el ocurrente García, de Ciudad Real, y se hablaba de cosas y bromas que habían pasado durante la hora de clase del Padre Bartolo. Pero la seriedad llegó al contemplar al hombre que sembraba el trigo a la volea, en el campo que había entre la vía y la carretera. La imagen bucólica del sembrador, se confundía muchas veces con el paso de las “Pavas” que iban en dirección para Jaén, de aquella circunstancias el amigo Cobos, Serafín Guerrero y Tudela, expresaban su comentario de adonde iban aquellos coches, no en balde ellos eran de la ciudad del Santo Reino.

Pero si esto eran comentarios llenos de añoranza, no menos eran los que solían entablar José Mª Parejo Polo, con Primitivo, Gascón y Julio Rivas. Mirando al horizonte, echaba de menos a lo “suyo”, echaba de menos, el huevo frito que con todo el cariño del mundo que le solía poner sus madre, y esto se lo decía dándole una palmadita cariñosa, al simpático, “Trujillo”, que era un gran admirador de Parejo Polo.
De todas formas, la mayoría de compañeros que oteaban el horizonte, ya estaban algo enamorados y echaban de menos la presencia de sus novias. Para ello Primitivo, era algo especial, y se puede decir  que si el curso tenía 8 meses, ocho meses sin falta que le escribía a la novia todos los días. Otros en cambio, eran más reacios, pero en general todos los enamorados suspiraban por sus “Rubias” como le pasaba a Eulogio López, que llegó incluso a soñar más de una vez en voz alta con su “Rubia” de Cacabelos.

Y es que la portada de entrada del Colegio Gran Capitán, era un lugar desde donde se dominaban muchas cosas. Se apreciaba la juventud de todos nosotros y que la mayoría estábamos a 50 años de la Jubilación. Allí, ajenos a todo este formulismo de la jubilación y en medio de aquel llano improvisado que había delante del Colegio, jugaban sus “mini partidos”, Arjona Vázquez, Torres Cabrera, Palomino, Aurelio Sepúlveda, Manuel Serrano, Alcantarilla y hasta Huertas, entre otros, intentaban, jugar a lo que ahora se llamaría futbito. De vez en cuando pasaba alguna moto como la que portaba Molina, el chofer del autocar, o el PTV, aquel coche “cascaron de huevo” que se compró el “enorme” Pérez Lubián. Se trataba del coche más pequeño para el profesor más grande que posiblemente había en la Universidad. También algunas veces veíamos pasar por la puerta del Colegio, al grupo de Manzano, el eficiente bibliotecario, que con su bicicleta de carrera, practicaba el deporte con un grupo de amigos que se habían juntado en la Universidad.

LOS CAMBIOS DE TECNOLOGIA  

Los que nos colocamos en empresas grandes y menos grandes, pudimos comprobar como la tecnología acababa con montones de puestos de trabajo. Llegábamos a los Departamentos de Estudios de las fábricas, y existían equipos de trabajo compuestos por: 1 proyectista, 1 delineante de Primera, 1 delineante de Segunda, y 1 Calcador. Cuando hablamos de este equipo, nos referimos hasta la década de los ochenta. Entonces llegó el AUTOCAD y similares, y un Estudio de 45 profesionales, quedó reducido a 8 profesionales y quizás menos..

Si bajamos al taller y hablamos de la Sección de Mecanizado, una batería de 8 tornos revólver, 14 tornos paralelos, 2 fresas Zayer, y 8 máquinas fresadoras convencionales, trabajando a tres relevos, fueron reducidas a 2 centros de Mecanizado y 4 tornos automáticos.

Se reducían profesionales, por todas partes. Hoy por ejemplo del ajustador matricero, ya queda casi todo para el recuerdo. El mecanizado con hilo continuo ha acabado con todas las “punteadoras”, y con todas las limas del mundo. ¡Con lo que sufrimos nosotros con la lima!.

Por otra parte la entrada en la Comunidad Económica Europea, le costó a España, tener que desmontar gran parte de su tejido industrial.: Gran parte de los Astilleros, gran parte de la Siderurgia, gran parte del Sector de la Pesca, gran parte de los bienes de equipo, gran parte de las estructuras de telefonía, gran parte del sector de Renfe, gran parte del sector del calzado, gran parte de la confección, en fin, muchas grandes empresas que modificaron por completo el tejido industrial de nuestro país, y que sumieron las relaciones laborales, en huelgas, paros y protestas, para más sufrimiento de todos. Y así, a la altura de los años 1992 y sucesivos, llegaron las PREJUBILACIONES, para la mayoría de aquellos compañeros que coincidimos en aquel Colegio Gran Capitán (1956-1959). Unos con más suerte que otros, a todos nos llegó la Jubilación.

Quiero recordar las palabras que me comentó el Sr. García Pantaleón (profesor de física), cuando se jubiló:  “Cuando en 1957, entré en la Universidad Laboral, me pareció que entraba en un gran portaviones, ahora cuando me he jubilado me da la sensación que me he bajado de una patera”.

Manuel Estévez Recio.

 

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