Actualizada el Sábado, 14 Diciembre, 2013 22:26
   
ENCUENTRO   EN   BAEZA

Aquel frío de la mañana baezana me recordó las interminables travesías por los gélidos pasillos  “laborales” que nos empujaban hacia la rutinaria tarea de cada día. Como entonces, ese frío cedía ante las cálidas palabras de cada uno de los reencuentros. Era evidente, todo se arrugaba menos los sentimientos. Perdida la cuenta de tanto tiempo pasado, de nuevo, y por primera vez desde entonces, tenía ante mí a Llergo, Rivas Rodrigo, Rivas Rodríguez, Galán Barragán, Cárdenas Rosa,… Todo un rosario de alumnos que siempre quedaron plasmados en algún rincón de mi memoria.



Una cascada de recuerdos, imágenes, sensaciones y vivencias se nos agolpaba  a cada paso por aquellas angostas y empedradas calles. Los muros de esta hermosa ciudad palaciega eran ahora testigos privilegiados y silenciosos de andanzas y correrías de adolescencia. Con el transcurrir del tiempo se nos van quedando olvidadas experiencias vividas, como si nuestro cerebro necesitase soltar lastre; pero, en aquellos años vividos en la Uni, fueron tantas las vertiginosas y sorprendentes experiencias  a las que tuvimos la oportunidad de exponernos, que puedo decir que al tratarse de vivencias únicas no nos cuesta  trabajo revivirlas.
Una lustrosa mata de pelo es ahora una reluciente calvicie;  aquel  espigado cuerpo está ahora algo más desgarbado y las arrugas van haciendo presencia en aquellos, entonces, tersos rostros. Pero, aquella voz amiga y cómplice, aquella que nos acompañaba en los momentos amargos cuando la morriña nos embargaba, sigue teniendo su mismo timbre. Y, si cerramos los ojos, nos transportamos, sin el artilugio de la máquina del tiempo, a aquellos duros pero entrañables y maravillosos años.



Esa  primera salida al mundo, cargados con nuestra maleta repleta de ropa marcada con el número asignado y con algunas viandas envueltas del cariño materno,  suponía todo un desafío al que no nos quedó más remedio que hacer frente. Con  mucho sacrificio, con muchas noches en vela estudiando por el temor a la pérdida de la beca, que actuaba  como una espada de Damocles que pendía sobre nosotros,  hicimos frente con éxito a ese reto y ,por eso, creo que ahora podéis decir conmigo que la Uni cumplió con nuestras expectativas.




Este frío y a la vez cálido y emotivo día de hermandad nos ha alargado algo más la vida. Mis mejores deseos para todos y que,” aunque los vientos de la vida soplen fuertes, resistid”.




Os espero en el próximo encuentro y os animo a todos a que participéis  en los ilusionantes proyectos que hay en marcha como son la Asociación AULACOR, la web de esta asociación y la web de nuestro querido Juan Aº Olmo. Todos estos proyectos son una plataforma ideal para estar en continuo contacto.

Rafael. Antiguo alumno, educador y amigo.

 

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