Actualizada el Domingo, 27 Noviembre, 2016 22:43
   
Rita Barberá

La muerte de Rita Barbera, (q. e. p. d.), a la que no hace mucho defendí en un comentario en esta red social, me ha motivado a escribir unas reflexiones sobre la corrupción en general y en España.

Cuando se habla de corrupción, la mayoría suele asociarla con los políticos, pero la realidad, es que este fenómeno es universal e inherente con la naturaleza humana, se extiende como una telaraña en todas las sociedades, afectando a los individuos carentes de virtudes cívicas o morales, que solo necesitan tener la oportunidad y un mínimo de impunidad para corromper o corromperse. 
Reflexiones sobre la Corrupción. La corrupción en España.

La corrupción ha acompañado la historia de la humanidad, pero en nuestros días ha alcanzado tales extremos, que los anti valores derivados de su significado etimológico: descomponer, depravar, dañar, viciar, pervertir, sobornar y cohechar, no parecen suficientes para describir plenamente este cáncer de la sociedad, convertido en anti cultura generalizada. Se ha llegado incluso a calificar a la corrupción como un monstruo de mil cabezas o plaga nefasta.

La corrupción constituye un fenómeno político, social y económico a nivel mundial. Es un mal universal que corroe las sociedades y las culturas; se vincula con otras formas de injusticias e inmoralidades, provoca crímenes, asesinatos, violencia, muerte y toda clase de impunidad; genera marginalidad, exclusión y miedo en los más pobres, mientras utiliza de manera ilegal el poder en su provecho.
El mal de la corrupción, además, afecta a la administración de justicia, a los procesos electorales, al pago de impuestos, a las relaciones económicas y comerciales nacionales e internacionales, a la comunicación social. Está por igual en la esfera pública como en la privada; y una y otra se necesitan y complementan.

Se liga al narctráfico, al comercio de armas, al soborno, a la venta de favores y decisiones, al tráfico de influencias, al enriquecimiento ilícito. La corrupción refleja el deterioro de los valores y virtudes morales, especialmente de la honradez y de la justicia. Atenta contra la sociedad, el orden moral, la estabilidad democrática y el desarrollo integral de los pueblos.
La corrupción en España.

Como ya hemos dicho, el fenómeno de la corrupción es consustancial al hombre, siendo este fenómeno universal y siempre presente a lo largo de su historia. Se manifiesta por el abuso de poder, público o privado, que materializa el dominante sobre el dominado, chocando frontalmente con las virtudes cívicas como son; la igualdad, la justicia, el respeto a la ley y a la solidaridad. La carencia de las anteriores virtudes cívicas, que se manifiesta en una deplorable educación del individuo, dirigen a éste inexorablemente hacia la corrupción. 
La situación actual de la corrupción española, no es solo la que se constata en la clase política española, que es evidente, también existe en toda la sociedad, formando parte de sus raíces más profundas, que condiciona la forma de actuar del día a día de los ciudadanos. 
En nuestra sociedad actual predomina el individuo que le da más importancia a lo que se tiene que a lo que se es, a lo accidental qué a lo esencial; el coche, la casa, ropa zapatillas, relaciones, el ¿qué dirán?, el ¿qué pensarán? etc…esta forma de pensar y de ser le dirige hacia la sociedad de consumo y hacia los aspectos superfluos de la vida individual, no se da cuenta, de que nada de ello podrá ser legado a los demás, morirá con él, por el contrario, forma parte de germen de la corrupción. Tanto la sociedad pública como la privada, no ha fomentado las bases para eliminar esta cultura y crear una cultura diferente basada en los valores individuales y solidarios con los demás, que sirva para dirigir la vida de los ciudadanos. Es muy difícil por no decir casi imposible, erradicar la corrupción en el ámbito público, del que forma parte la clase política, sino se admite y reconoce que esta corrupción está instalada en la sociedad privada, que es de donde procede los individuos que participan en la gestión pública.


Durante el periodo de la Transición, (muerte de franco hasta nuestros días), la corrupción siempre ha estado presente con mayor o menor intensidad en nuestra sociedad, pero aceptada con una cierta indiferencia por la mayoría de los españoles. En los últimos años, la crisis financiera ha servido como reactivo, para que desaparezca esta habitual indiferencia ética que representa el fenómeno de la corrupción para los españoles, pero al mismo tiempo ha servido para potenciar movimientos populistas, ha ocasionado la desaparición del bipartidismo, ha fragmentado el poder en el congreso, lo que sin duda dificultará el acuerdo de los partidos para consensuar soluciones que sirvan para paliar este problema. 

Hoy en día la lacra de la corrupción, está muy presente en la vida pública española, pero no se tiene conciencia de que también, y con la misma intensidad, esta presencia se da en la vida privada.
Todo nos dice, que solo sería posible minimizar que no eliminar, el problema de la corrupción, estableciendo en la sociedad privada una enseñanza basada en las virtudes cívicas antes mencionadas de; igualdad, justicia, respeto a la ley y solidaridad.
En vista de la situación actual en que se encuentra nuestra sociedad en lo referente al fenómeno de la corrupción, es fácil constatar que nuestros políticos no han sido capaces de establecer una Ley de enseñanza que potencie las virtudes cívicas, antes mencionadas. La asignatura de Religión, (no obligatoria), dada en los colegios, que defiende valores y virtudes morales, especialmente la de la honradez y de la justicia, que podría servir de ayuda para hacer frente a este fenómeno, ha sido perseguida y desprestigiada a lo largo de este periodo, donde nuestros políticos han llevado a nuestra sociedad hacia un laicismo cada vez más fuerte.
Siendo como es la corrupción un mal inherente al ser humano, es éste, al carecer de valores y virtudes morales el que el uso de su libertad decide corromperse o corromper, para ello solo necesita que se le presente la oportunidad y un mínimo de impunidad. Sabemos que no es posible la eliminación de la corrupción, solo podemos reducirla o minimizarla, si se establece una Ley de Enseñanza que potencie los valores y virtudes morales, estableciendo al mismo tiempo, leyes que dificulten la oportunidad al individuo de corromper o corromperse, dejando siempre claro, que nunca un acto de corrupción pueda quedar impune. Está claro, que es responsabilidad de nuestra clase política, tomar las medidas antes mencionadas. La corrupción en España requiere de actuaciones urgentes 
No quiero dejar de exponer, aunque sea de forma simplificada, lo que la Iglesia Católica nos dice sobre la corrupción.
Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado (inclinación llamada "concupiscencia").
Dios conocedor de la situación del hombre, le proporciona en la Ley Antigua sus prescripciones morales que se resumen en los Diez Mandamientos, donde se prohíben lo que es contrario al amor de Dios y del prójimo, y prescriben lo que le es esencial. El Decálogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle del mal. 
Es, en el séptimo mandamiento de este Decálogo donde se trata el tema de la corrupción, en él se prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y hacer daño al prójimo en sus bienes de cualquier manera. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo.
La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad natural entre los hombres.

Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas. Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro.
Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación.
Es sorprendente la ligereza con que las personas se acusan de corrupción unas a otras. Si se aplicara el dicho de Jesús, sobre el pecado de la corrupción; “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, me pregunto, ¿Cuantos serían capaces de tirar ésta primera piedra?

Nicolás Pantoja

 

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