José María Cuesta Santamaría
 
 
Reside actualmente en Santander
 

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Desde que descubrí esta web la suelo mirar habitualmente, y agradezco a Juan Antonio su dedicación y magnífico trabajo. También quiero dar las gracias a Esteban Paniagua, me emociona leer lo bien que refleja sus memorias en su evocador blog, un placer ya que compartimos las mismas vivencias. Y por supuesto a todos los que colaboran en este sitio.

Ángel Jarillo, ha sido una satisfacción leer tu relato sobre la visita que le hiciste al Padre Cirilo. Gracias a ti me he enterado que sigue en plena actividad todavía. Me ha sorprendido que nuestro ingreso en la UNI, sea el mismo año, o sea, que bajamos del tren y nos incorporamos al Colegio San Rafael el mismo día. De mi corta estancia (64-66) me vienen a la memoria imágenes y secuencias, y precisamente de ti y de tu hermano Eugenio sí que recuerdo vuestra estancia en el colegio, como también al compañero Pedro Herrero. Lo mismo que vosotros y tantos otros, conservo con cariño una foto que nos hicimos un grupo de compañeros el primer o segundo día de nuestra llegada a la UNI. Estábamos enfrente del Paraninfo, el Padre Cirilo al vernos se acercó y con esa amabilidad que le caracterizaba nos preguntó de donde éramos, al  decirle que tres eramos de Burgos (dos amigos y yo), le brillo la cara y exclamó ¡hola, paisanos! Por allí estaba el fotógrafo cerca y fue una buena idea hacernos esa foto. Aquí empezó la prematura experiencia fuera de casa y de la seguridad paternal, algo que ahora más que nunca te das cuenta que gracias a estas bellas personas como el Padre Cirilo, mereció la pena.

Como les habrá pasado a otros compañeros, a lo largo de todos estos años, siempre que he ido a Andalucía al pasar por Córdoba he sentido el deseo de entrar a visitar la Universidad Laboral.

Cuando puedo lo hago. Dejo el coche enfrente del Paraninfo, y caminando por los largos pasillos voy fijándome sin perder detalle hasta que llego al Colegio San Rafael. Allí observo hasta el mínimo recoveco para contrastarlo con la imagen guardada en mi recuerdo. Después enfilo hasta los alrededores de las naves de talleres para acabar dando un buen paseo por el canal, donde el murmullo y los olores que acompañan a ese tramo del campo refrescan mi memoria.
Ya estoy complacido. ¡Hasta la próxima…!

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